viernes, 3 de agosto de 2007

La pobreza y la desesperación


El diario Clarín publica diariamente una página titulada “Cultura”. Antropológicamente, la Cultura es Todo: todos los elementos que el hombre crea o se apropia a través de la modificación de su entorno natural (pido disculpas a los antropólogos si estoy diciendo algo que es errado, estoy sacando la definición de mi cabeza). Desde esta postura donde Todo es Cultura, el Más Grande de Todos fue, es y será, porque como suelo decir, los Inmortales siguen cumpliendo años, Wolfgang Amadeus Mozart (nuestro bienamado Amadeus). El el 27 de Enero (1756-2006) fue el cumpleaños 250 de Amadeus. Por tanto, mundial y merecidamente, el 2006 es el año de Amadeus. Se lo conmemora y festeja en todo el planeta. En Austria, en Salzburg, su ciudad natal, se lo exalta sobremanera. Pero también se lo llega a difamar...

“Adiós al romanticismo: Mozart no era pobre y vivía como una estrella” de Luk Harding, periodista de The Guardian, traducido por Silvia Simonetti, es desafortunado desde la mala elección del título. No es posible relacionar a Mozart con el Romanticismo. Sí, por supuesto, con la acepción degradada que tiene la palabra hoy, donde cualquier telenovela es tildada de “romántica”. Pero al hablar de un Amadeus “romántico”, se está faltando a la verdad: el Romanticismo, como dije cuando hablé sobre Gustavo Adolfo Bécquer, fue un movimiento que abarcó todas las artes, primero en el viejo Continente para después desembarcar en América. En nuestro país, Esteban Echeverría, o incluso Alberdi y Sarmiento, fueron románticos. Mozart es estrictamente clasicista (de la misma forma está mal englobar toda la música “Culta” como “Clásica”, tal escuela o movimiento artístico nunca existió; ojo, también está mal llamarla, como hago yo, “Culta”, ya dije que la Cultura es Todo).

Fuera del desacuerdo con el título. El artículo habla sobre una muestra recientemente inaugurada en la Sociedad de Música de Viena, la Musikverein, dirigida por Otto Biba, que muestra como Mozart llevaba una vida propia de un miembro de la nobleza de su tiempo, a través de facturas y pruebas por el estilo.

Paso directamente a defender la visión tradicional sobre la pobreza de Amadeus... ¿Qué es la Fe? La Fe es la creencia en un modelo superior que es diferente de nosotros, y por tanto aspiramos a seguir, aun cuando sepamos que no podemos alcanzarlo. De esta forma, la Fe no es patrimonio exclusivo de la religión, sino que puede tenerse Fe en Amadeus, o en Marx, o en cualquier modelo superior que cada cual quiera seguir. Tanto en la Fe religiosa como en la, llamémosle, “ideológica”, juegan un papel fundamental las idealizaciones. Las cosas no por lo que son o fueron, sino por lo que nosotros creemos que son o fueron, por lo que nosotros queremos que sean o hayan sido...

Mozart tiene que haber vivido sus últimos días en la pobreza, en la necesidad, para poder darle un rostro humano a la idealización, para poder entender o explicar, cómo fue capaz de la maravillosa creación del “Réquiem”... Queremos a Amadeus como ejemplo a seguir, como modelo, y para eso, necesitamos de pequeñas imperfecciones que lo acerquen a la humanidad. Todo genio sigue siendo humano, el folklore creado en torno a él ayuda, produce eso. Mozart vivió una vida de excesos, eso no está discutido, está aceptado tanto por Biba como por mí, hablando yo en nombre de la visión tradicional, esos excesos tienen que, necesariamente, haberlo llevado a la pobreza y la desesperación, como para terminar enterrado en una fosa común, donde su cuerpo se perdió en la tierra del tiempo... Pero Biba nos dice que vivió en la opulencia, no podemos creer eso.

“El siglo XXI debe dejar atrás esa imagen romántica que tiene de Mozart como un artista que llevaba una vida dura. La verdad es que Mozart era un genio pero uno que hacia el final de su vida ganó mucho dinero. De todos modos, tuvo abultadas deudas, por momentos. Deben haber sido producto del juego. No hay pruebas, pero no hay otra explicación de lo contrario”, dijo Biba a The Guardian, y reproduce Clarín, mezclando la visión tradicional, con su nueva visión.

Tomando esto como una disputa historiográfica, ya tomé partido para defender la “visión tradicional”. Por el Amadeus idealizado que nos guía a muchos.

Mat Elefzerakis; Jueves 6 de abril de 2006

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