jueves, 19 de julio de 2007

Política... Todo es política, siempre es política...



La Verdadera Revolución se hace a través de la Cultura.

Ambas sentencias son parte del corpus estable de las que podríamos llamar “las frases fetiche de Mat”. Son mías, yo las creé, basándome, por supuesto, en las toneladas de experiencia y pensamiento que me llegan a través de los libros, producto de siglos de acumulación, selección y progreso intelectual. La segunda, el subtítulo: “La Verdadera Revolución se hace a través de la Cultura”, es mi leit mótiv revolucionario. Creo, ciega y fervientemente, en la Revolución no violenta, la que no se hace por las armas, sino por la razón, a través del proceso democrático de la elección de los gobernantes, al amparo de la ley, porque el problema no son las ideas, sino los hombres que las enarbolan. Hace falta pasar por un proceso de convencimiento de cuál es la mejor manera para lograr, el mejor de los mundos posibles.

Las influencias que crearon mi leit mótiv revolucionario son evidentes, por lo que no hace falta explicitarlas. Lo mismo pasa con el título principal: “Política... Todo es política, siempre es política”, donde la influencia más antigua es, por supuesto, Aristóteles.

Ahora vamos al hecho puntual que nos ocupa.

1. ¿Quién es Mikis Theodorakis?

El gran Mikis es el Piazzolla griego, ambos despiertan amor y odio, sin grises. Siempre me reconocí piazzolliano, obviamente, también soy theodorakiótiko. La música de Mikis Theodorakis es políticamente comprometida, basándose en las melodías populares griegas, a la vez que, también como Astor, aprovechando técnicas de la música culta. Puso música a la magnífica obra épica–social nerudiana llamada Canto General (1973). Compuso principalmente canciones, ciclos de canciones y temas ligeros, música de ballet y de cámara, también para el teatro, y bandas sonoras para películas, como Electra (1962) y Zorba the Greek (1964), ambas de Mijalis Kakoyannis, o la multipremiada Z y Estado de sitio, de Konstantinos Costa-Gavras, la primera sobre el asesinato del diputado Lambrakis, la segunda sobre la participación de la CIA en la dictadura uruguaya. Musicalizó también los versos del To ajión estí del poeta Nóbel Odiseas Elytis…

Militó una intensa actividad política, entre 1964 y 1967 fue diputado. Como muchos comunistas de su época, cometió el error de ser stalinista (Pablo Neruda incluido), así como sus antepasados durante la revolución de independencia habían sido zaristas, porque los rusos son también ortodoxos. Podemos perdonarlos, a él y a los demás, por desconocimiento de quién era Stalin. A los que no podemos perdonar es a quienes hoy son stalinos.

Durante la Dictadura de los Coroneles (1967-1974) estuvo detenido desde 1967 hasta 1970; es la etapa de clandestinidad, detención, y paso por diferentes Centros Clandestinos de Detención lo que narra en su Diario de la Resistencia. Liberado, se exilió en París, allí publicó su Diario, en francés. Ese mismo año es traducido y publicado en la Argentina. Mikis Theodorakis vuelve a Grecia en 1974. No hay ninguna duda de la pertenencia ideológica de Mikis Theodorakis.

2. Fascistas: ¿qué esperaban? ¿A qué fueron?

Por supuesto que voy a arrepentirme toda mi vida de no haber estado en el teatro Coliseo la noche del viernes 29 de septiembre de 2006. Toda mi vida...

El escándalo tuvo su repercusión en el modesto “Diario Popular” del día de ayer. “Clarín”, “La Nación”, “Página 12”, omiten el asunto. “Escándalo en el recital de Mikis Theodorakis”, titula “Diario Popular” y cita fragmentos de las declaraciones de la hija de Mikis a la agencia de noticias Télam. Dijo Margarita Theodorakis: “Vinimos a rendirle homenaje al Che (Guevara) a (el subcomandante) Marcos, a los libaneses, y los fascistas se retiraron”... Clarísimo y explícito.

Me enteré la misma noche del viernes. Como me muevo en el ambiente griego, después de salir de la Unión Helénica Peloponense fui a parar a una Taberna en Caballito. Allí esperé pacientemente que llegara la gente que había ido a ver a la Orquesta Popular Mikis Theodorakis al Teatro Coliseo.

En la taberna el ambiente estaba normal, bailábamos y nos divertíamos. Poco tiempo después que llegaron los que fueron espectadores privilegiados, fui a preguntarles cómo había estado todo. “¡No sabes!”, me respondieron, “¡Me acordé de vos! Tendrías que haber estado, para ser vos también, uno de los que gritaba”... ¿Gritar, por qué gritar, con qué objetivo?

Cito fragmentos de lo publicado por Télam (Celia Caravajal es la autora), siendo que la nota del “Diario Popular” es una suerte de resumen, para que se entienda mejor qué fue lo que me contaron, además que no puedo citar de memoria mis fuentes orales, contaminada por las emociones que yo sentía y mis respuestas a lo que me estaban contando:

Unas cien personas se retiraron enojadas del concierto de Theodorakis
Se fueron de la sala del Teatro Coliseo en la que tocaba la orquesta cuando se proyectaron imágenes de las consecuencias de la guerra del Líbano. “Vinimos a escuchar música”, dijeron lacónicamente a Télam.

(…)

Ante la pregunta de esta cronista sobre la pertenencia a alguna confesión de los espectadores que se retiraron al promediar el concierto, respondieron sin querer identificarse con nombre: “Somos griegos judíos que vinimos a escuchar música”.
Margarita, responsable de la gira que llevó a la orquesta a Brasil y ahora a la Argentina, para continuar hacia Chile, consideró que las imágenes proyectadas sobre el escenario que acompañaron todo el recital y que incluyeron las torturas de la cárcel iraquí de Abu Ghraib, “tienen la intención de denunciar las brutalidades de (el presidente estadounidense George W.) Bush”.
“Mi padre fue torturado por los fascistas hace 50 años, y ahora resulta que no se puede hablar de los nuevos nazis”, dijo la hija de Theodorakis en referencia a los que denunció como “intereses de los hebreos” en Medio Oriente.
(…)

“¿Por qué tenemos que ignorar que murieron niños en El Líbano?”, se preguntó. “De ninguna manera: por eso mi padre decidió que éste fuera el contenido del concierto”, enfatizó.

(…)

Mientras que las imágenes refirieron acontecimientos históricos, como la resistencia partisana durante la Segunda Guerra Mundial o la insurgencia de la Sierra Maestra con el Che, Fidel Castro y Camilo Cienfuegos, no hubo quejas.
Pero para un sector del público resultó intolerable la aparición de imágenes actuales del frente de guerra del Líbano con su secuela de muertos civiles, sobre todo niños, por lo que unos cien espectadores se levantaron de sus butacas cuando la pantalla devolvía un entierro colectivo con decenas de ataúdes envueltos en banderas libanesas y de la milicia chiita Hezbollah.

El Cable de Télam continúa con el final del espectáculo de la Orquesta, disfrutado por los espectadores no fascistas, para luego, extensamente hacer lo que yo en el título 1, hablar sobre los antecedentes políticos y artísticos de Mikis Theodorakis.

Lo que yo no supe el viernes, es que en la taberna, antes que yo llegara desde la unión Helénica Peloponense, habían llegado algunos de esos “griegos judíos” que fueron al Teatro Coliseo “a escuchar música”.

¿Qué hubiera hecho Mat de haberse enterado que los fascistas también estaban ahí bailando? ¿Acaso alguno de ellos tomó su mano en un syrtós? ¿Acaso el que me sostuvo en los saltos del tsámikos? ¡Aj!

Mat Elefzerakis; lunes 02 de octubre de 2006.

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