domingo, 15 de julio de 2007

Esto que nos pasa


Las cosas en la Argentina fueron malas desde el principio.

En el virreinato los representantes del rey se llenaban los bolsillos con el dinero de la gente. Entonces, el genial estratega Napoleón Bonaparte invadió España, puso prisionero a Fernando VII, rey Borbón, y le dio la corona a su hermano José Bonaparte. Los jóvenes letrados porteños, criollos, no se quedarían a las órdenes de un virrey puesto por la Junta Central de Sevilla, Baltasar Hidalgo de Cisneros, ya que eran conscientes de su fuerza, gracias a la defensa heroica de los invasores ingleses, tras lo cual el virrey interino era Santiago de Liniers, francés al servicio de España, héroe de la Reconquista. Así, Juan José Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Belgrano y el grandioso líder revolucionario, Mariano Moreno, iniciaron la Revolución de Mayo. Pero había también conservadores entre los revolucionarios, entre ellos el mismo presidente de la Primera Junta de gobierno, Cornelio Saavedra, o el ñoqui de Juan José Paso. Durante 1810, los morenistas eran mayoría. Mariano tuvo que ordenar el fusilamiento de Liniers, que en Córdoba se había levantado contra la revolución. Al año siguiente, incorporados los representantes de las provincias en una maniobra saavedrista, no era ese el plan original, la mayoría de la Junta Grande fue conservadora, seguidores de Saavedra, quien mandó a Mariano en misión diplomática a Inglaterra, además de hacerlo envenenar…

Después de las juntas llegaron los Triunviratos, el primero, tres líderes del centralismo saavedrista, el segundo, manejado por la Logia Lautaro, desde las sombras, el General don José Francisco de San Martín. En ambos triunviratos, el ñoqui de Paso…

La Asamblea de 1813 estableció el Directorio… Director Supremo. ¿A qué suena? ¿Un rey? Rescatemos a Juan Martín de Pueyrredón, miembro de la Logia Lautaro, que había absorbido a la Sociedad Patriótica, los morenistas

La Argentina nunca declaró su independencia, el 9 de Julio de 1816 es una mentira: declara independiente a las Provincias Unidas de Sudamérica, ni siquiera las del Río de la Plata, además que Santa Fe y Entre Ríos no mandaron representantes al congreso en Tucumán, y sus caudillos terminaron derrotando al Directorio en Cepeda, en 1820. Gracias al vacío institucional creado, el congreso unitario de 1824 declaró Presidente a Bernardino Rivadavia.

Se profundizó el conflicto federal–unitario. Pronto llegó la guerra con Brasil, por la Banda Oriental, que por presión británica se transformó en país autónomo, Uruguay, durante el gobierno de Manuel Dorrego, el buen federal que será fusilado por el unitario Juan Lavalle, y la inestabilidad provocada abrirá el camino a Don Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires, dueño de poderes extraordinarios, y la Confederación Argentina. Al conflicto federal–unitario, se agrega el federal–federal…

Justo José de Urquiza, federal de Entre Ríos, opositor de Rosas será quien logre derrotarlo en una súper ofensiva digna de una película épica hollywoodense…

La constitución, basada en las “Bases” que escribió Juan Bautista Alberdi, llegará recién en 1853: 43 años tuvieron que pasar para estar “organizados”…

Finalmente, la República Argentina, presidida por Bartolomé Mitre, el historiador que primero aborreció a los caudillos provinciales y que, una vez presidente, al tener que gobernar un país unificado, cambió de idea. Domingo Faustino Sarmiento, “el padre del aula”, sí, educó al pueblo, creó escuelas, porque un pueblo que no lee, no puede leer los carteles y comprar los productos…

Nicolás Avellaneda gobierna hasta 1880, cuando empieza la llamada Organización Nacional, con Julio Argentino Roca y su poderosísimo Partido Autonomista Nacional. El hombre en el rosado billete de $100, asesinó a los nativos sudamericanos que dejó Rosas, en los términos del presente, fue un Genocida. Se peleó con el gobernador de Buenos Aires, Dardo Rocha, quien fundó La Plata, nueva capital provincial, diferenciada de la ciudad de Buenos Aires, desde entonces capital nacional. Implementó el servicio militar obligatorio.

Sin embargo, y a pesar de la postergación de la clase media, incrementada gracias a la inmigración de obreros europeos, que trajeron también nuevas ideas, el socialismo y el anarquismo, los gobiernos elitistas explotaron al modelo agro–exportador, por medio del cual la Argentina que cayó en la crisis mundial en 1929, fue la Argentina más poderosa que nunca volverá a ser…

Las cosas en la Argentina fueron malas desde el principio, esto que nos pasa no es nuevo...

Éste no es el país que soñaron Mariano, Manuel o José, tal vez la oportunidad de hacer ese país, un país mejor que el de 1929, esté en ésta generación, o en la siguiente, pero no debe faltar mucho, no tiene que faltar mucho, está en nuestras manos, como dijo José Ortega y Gasset: “Argentinos, a las cosas”.

Ahora sí, vayan y vean el partido.

Mat Elefzerakis, jueves 28 de Junio de 2007.

No hay comentarios: